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martes, 2 de marzo de 2021

Un paseo por dos de los puentes de la línea férrea Linares-Almería.


Francisco Jiménez Rabasco.
La línea férrea entre Linares y Almería fue planteada a finales del siglo XIX, como forma de conectar la Alta Andalucía a la línea férrea andaluza, y para permitir usar el puerto almeriense como cargadero del mineral extraído de Sierra Morena. La autorización para la construcción de la línea data del año 1869, siendo diseñada desde 1876, con la dificultad que planteaba el trazado a través de los sistemas Béticos, pero hasta 1890 no se redactó el proyecto definitivo. La compañía concesionaria fue la Compañía de los Caminos de Hierro del Sur de España, que delegó a la compañía francesa Fives-Lille la tarea de tender la vía y construir las infraestructuras y el material rodante.
El trazado de la línea incluía una posterior modificación al trazado original, realizada por el ingeniero de caminos José Olano, que implicaba la construcción de varios puentes de diferente complejidad técnica; entre ellos, los existentes sobre el río Guadalimar y el río Jandulilla, y en especial los dos puentes de mayor entidad que salvaban el arroyo Salado de Larva y el río Guadahortuna; estos dos puentes llegaron a batir el récord nacional de altura y de longitud, respectivamente.


Situado a caballo entre las provincias de Jaén y Granada, el puente sobre el río Guadahortuna (también llamado puente del Hacho) fue construido entre 1889 y 1895, y se inauguró el 22 de marzo de 1898. El puente descansa sus doce tramos de vigas sobre cuatro pilares de piedra y siete de hierro, mayores que los primeros y que evocan rápidamente la silueta de la Torre Eiffel; la razón estriba en sus diseñadores, Duvel y Boutilliea, ambos discípulos de Gustave Eiffel. Con una longitud récord de 624 metros, el puente salva un desnivel sobre el valle del Guadahortuna de unos cincuenta metros. Los raíles de la estructura superior se hayan protegidos por un antepecho corrido, y con un pasadizo volado situado bajo los raíles al que se accede por escaleras situadas en los extremos del puente; su función era la de permitir el rápido acceso de los operarios a aquellas zonas que precisasen de reparaciones. El estado actual de conservación del puente, salvo los lógicos problemas de la oxidación, es bastante bueno, favorecido además por la construcción de un moderno viaducto paralelo al puente original y destinado al tráfico ferroviario.

En cuanto al puente sobre el arroyo Salado, situado en las estribaciones de Larva y Cabra del Santo Cristo, se trata de una obra de inusual dificultad técnica para la época realizada por la Compañía de los Caminos de Hierro del Sur de España, bajo la dirección de los ingenieros Basinsksi, Guerin y Shule, pertenecientes de la Escuela de Gustave Eiffel. Este puente fue inaugurado el 14 de marzo de 1899 siendo testigo de la inauguración el fotógrafo Arturo Cerdá y Rico.

Situado a la salida de un túnel excavado a través de un escarpe rocoso, discurre a lo largo de 318 metros sobre el valle del Salado, situado en su punto más bajo a 110 metros por debajo de la vía. El puente se divide en tres tramos de 105 metros cada uno, sostenidos por dos grandes pilares de fábrica, de base mayor que su parte superior (20 x 8 metros, frente a 9 x 4 metros) y de 72 y 75 metros de altura. Para la estructura sustentada, de 10 metros de altura, se escogió un sistema de vigas corridas y continuas de acero, tras desechar el proyecto inicial de puente en ménsula. La fisonomía original del puente difiere de la original, al haberse sustituido partes de la estructura de hierro original por otras modernas; no obstante sigue siendo una espectacular instantánea del paisaje que merece ser conocido.


Fuentes de las fotografías: Arturo Cerdá y Rico (blanco y negro) y Francisco Jiménez Rabasco (color). 

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