Francisco Jiménez Rabasco.
La actividad minera en la provincia de Jaén tuvo una destacada implantación en su zona septentrional, en el antiguo Distrito Minero Linares–La Carolina, que incluía los actuales municipios de Bailén, Baños de la Encina, Carboneros, La Carolina, Guarromán, Linares, Vilches y Santa Elena.
Dentro del patrimonio minero – industrial de esta zona destacan los valores del Pozo San Vicente de la antigua Compañía Minera de Linares. Este pozo minero, uno de los más productivos de la zona, comenzó a explotarse en el año 1825, enmarcado dentro de un paisaje cultural donde el sistema de producción del plomo y la plata se puede ver reflejado en espacios dedicados a la extracción, trasporte y metalurgia del plomo.
La minería, una de las actividades más impregnadas de simbolismo y definidoras de la identidad cultural de la sociedad linarense, se pondría de luto el 21 de marzo de 1967. Ese día, justo antes de la clausura de la mina, y habiendo cesado ya la extracción del mineral, fallecieron seis mineros en accidente laboral en el pozo San Vicente. Manuel Jiménez Díaz, Blas Muñoz Moreno, José Gago Núñez, Francisco Varela Hedrera, Fernando Rus Rodríguez y Jorge Antuña Roces quedarían sepultados para siempre en el interior de este pozo.
A partir de ese momento, el entorno de San Vicente se iba a convertir, si no lo era ya, en un lugar de referencia para la memoria colectiva de los linarenses. Cinco décadas después, el pozo sigue siendo recordado por este suceso, siendo denominado popular e inquietantemente como el “pozo de los siete mineros”.
Desde esta mirada, cuando pensamos San Vicente, no debemos fijarnos únicamente en su fabulosa cabria de mampostería, en los restos materiales de la casa de la máquina de bombeo, en sus dos casas de máquinas de extracción (vapor y eléctrica), en sus edificios auxiliares, o en los diques de estériles etc. Debemos reparar en la medida que nos sea posible en los modos de vida de los mineros y sus familias, que vivieron la actividad que dio lugar a esa mina.
Pensar San Vicente, sería pensar este paisaje desde el presente, observando los nuevos usos y nuevas significaciones que se están construyendo en este lugar que está dotado de una gran carga simbólica de valores patrimoniales (estéticos, históricos, culturales, sociales, medioambientales, económicos y territoriales).
Tesela patrimonial escrita en homenaje a las personas de la minería y a mis amigos Antonio Moreno, Antonio Torres, Miguel Gómez y Pedro Arance.
Texto y fotografías: gentileza Fco. Jiménez Rabasco.
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